Hay personas que simplemente aparentan ser. Otras que de verdad son. Aquellas que aparentan, que muestran una carcaza distinta a su interior son extrañas. Usualmente son letalmente dañinas. Cuando su cobertura se resquebraja, un líquido negro brota de sus entrañas: maldad pura.
Hay personas que son malas por naturaleza, que no conocen la luz que ilumina a muchas otras. Intentan manchar la bondad, ensuciarla, taparlas con una capa oscura.
Esas personas son tóxicas, pero también son débiles: intentan mantener su interior oculto, pero llega un momento que la luz de las buenas personas los encandila tanto, que ese líquido oscuro y turbio no puede hacer más que salir de sus entrañas para intentar protegerse.