La gente va y viene. Los caminos se abren y se cierran. Las oportunidades también. Algunas se presentan más nítidas y vibrantes que otras, pero siempre hay puertas por abrirse. Muchas veces caminamos cerca de ellas sin darnos cuenta, porque estamos tan concentrados en pequeñeces sin sentido que nos olvidamos de las cosas importantes.
Muchos caminos tienen rumbos sinuosos, con finales desconocidos, ocultos. Y tal vez será que la vida en sí misma es una conjunción de caminos, de oportunidades, de puertas sin abrir. Tal vez será que pasamos mucho tiempo sin prestar atención a la tierra que se encuentra debajo de nuestros pies. Despegamos la mirada de nuestro sostén y nos aislamos. Nos aislamos de nuestra base, de nuestra raíz. Porque tal vez, solo tal vez, las oportunidades se materializan en caminos y nuestra única chance de tomarlas es mirar, aunque sea por un segundo, la tierra debajo de nuestros pies.

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