jueves, 16 de junio de 2016

Puertas.

Siempre están tiesas, tensionadas, pero atentas a quien viene. Dejan pasar a aquellos que las tocan sutilmente, y también a los que las golpean con violencia. Son duras y se muestran como inquebrantables, sin embargo, pueden ser forzadas y violadas. Ante un tacto agresivo pueden resquebrajarse por su fragilidad interna, y dejar entrar a aquel que las lastimó. Parecen fuertes, pero son débiles. Pueden ser manipuladas con herramientas simples, aunque su mecanismo sea complejo. Tienen ojos pequeños que nos observan al pasar, nos analizan, nos estudian. Son hendiduras en su dura y lisa base, túneles que no guían más que a la oscuridad, aunque a veces, son capaces de reflejar cierta luz en el final. ¿Parece esperanzador no? Son aquellas que se abren y te dejan pasar, son las que muestran una luz en el final aunque haya oscuridad, y al mismo tiempo, las que te protegen del exterior. Sin embargo, nunca nos olvidemos que estas también, pueden cerrarse.

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