Porque siempre estoy ahí, al borde.
Al borde de caer,
al borde de desaparecer,
al borde de tocar fondo.
Porque siempre estás ahí, al borde.
Al borde de flotar,
al borde de perder tus raíces,
al borde de echarte a volar.
Porque siempre estamos ahí, al borde.
Al borde de ser lo que somos,
al borde de doblegar nuestros miedos,
al borde de arriesgarlo todo.
Porque la vida es estar ahí, al borde.
Al borde de la ruina,
al borde la locura,
pero nunca, al borde de la alegría.
Meterse en la cabeza de la gente no es fácil. Es algo que siempre quise y nunca pude hacer. Con este blog abro mi cabeza para librar todo aquello que gobierna mi interior. Libero las fuerzas que dominan mi alma.
lunes, 25 de septiembre de 2017
sábado, 23 de septiembre de 2017
Edificios

Marcos de concreto,
grises o de ladrillo,
blancos o amarillos.
Dinamismo en cuadros,
ventanas con fondo,
arte sin pintor.
Altos y bajos,
anchos o estrechos,
hechos y deshechos.
Colman la ciudad,
inundan la noche,
con sus movimientos insatisfechos.
Son pequeñas ventanitas,
arte móvil y circundante,
que ruega por una vida interesante.
Edificios forman el cuerpo,
ventanas el corazón,
humanos el alma.
*Fotos: The Neighbors -Arne Svenson
domingo, 17 de septiembre de 2017
Un año
Un año.
365 días.
525.600 minutos.
31.536.000 segundos.
4.745 risas.
81 momentos de llanto.
7.300 besos.
6.935 abrazos.
87 películas vistas.
18 libros leídos.
500 canciones escuchadas.
Un año.
365 días.
525.600 minutos.
31.536.000 segundos.
4.745 risas.
81 momentos de llanto.
7.300 besos.
6.935 abrazos.
87 películas vistas.
18 libros leídos.
500 canciones escuchadas.
Un año.
jueves, 14 de septiembre de 2017
A veces
Porque a veces, las sombras no son tan oscuras,
las luces no son tan claras,
los negros no son tan profundos,
los blancos no son tan brillantes.
Porque a veces la vida no son segundos,
sino bocanadas de aire.
Porque a veces el corazón no late,
sino que corre.
Porque a veces, el alma no siente,
sino que se rompe.
Porque a veces, dejamos de ser rocas,
para convertirnos en hombres.
las luces no son tan claras,
los negros no son tan profundos,
los blancos no son tan brillantes.
Porque a veces la vida no son segundos,
sino bocanadas de aire.
Porque a veces el corazón no late,
sino que corre.
Porque a veces, el alma no siente,
sino que se rompe.
Porque a veces, dejamos de ser rocas,
para convertirnos en hombres.
miércoles, 6 de septiembre de 2017
Bichos bolita
El mundo está lleno de bichos bolita, pero son una clase diferente a la creemos. Estos tienen solo dos patas para caminar y su coraza no se puede ver. Somos nosotros, los humanos.
Nuestro interior es tan frágil que puede simplemente quebrarse con un roce. Y cuando ese contacto llega, nos cerramos para que el impacto duela menos. Pero no lo hace. Sólo creemos que sí. Una vez que nos sentimos fuera de peligro nos volvemos a abrir y el ciclo se vuelve a repetir. Una y otra vez, hasta que estamos tan rotos que ya no nos importa si duele o no, porque cargamos con tanto dolor en nuestro pequeño corazón que el impacto es una simple punzada. Pero esa punzadita, ese toque casi imperceptible, es el detonante de todo. Ahí llega la lluvia ocular. Es en ese momento justo, en ese punto en el tiempo de nuestras vidas que no podemos parar de llorar.
Junto con las gotas y el agua infinita llega la incertidumbre. El por qué nos sentimos así, el por qué las lágrimas caen sin motivo o tal vez por uno tan insignificante. Pero debemos aprender que la nube no llueve a la primera carga de agua, sino cuando ya está tan pesada que no puede soportarlo más. Nosotros somos iguales. La cristalización de nuestros ojos llega cuando se cansaron de ver tanta tristeza, y el corazón de sentir tanto dolor.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)

