viernes, 22 de abril de 2016

Muerte espiritual

Bajé a la cocina y observé mi vaso medio vacío. Desde mi punto de vista, las cosas siempre estaban siempre medio vacías, como mi alma. Me acerqué a la puerta y salí. Revisé mi bolsillo izquierdo y sentí la navaja que cargaba conmigo. Caminé sin rumbo y me perdí en aquella ciudad gris, nubosa, llena de seres monocromáticos. Sin embargo, a pesar de esta distinción yo era exactamente igual a ellos. Vacío y sin color.


Me detuve frente a una casa. Irradiaba cierta luz esplendorosa, sobresaliente de aquel mundo de cemento. Toqué a la puerta y esta se abrió levemente. Entré. Un cuerpo sin cara se alzaba frente a mis ojos. Tomé mi navaja y la clavé en el medio de su torso. Líquido escarlata brotó de sus entrañas. Una puñalada más. Y otra. Y otra. Elevé mi mirada y observé un par de ojos vacíos. Recorrí su rostro y me vi. El cuerpo se resquebrajó, cayendo estrepitosamente contra el piso. Se desvaneció. Parado en la escena del crimen, rodeado de muerte, nunca pude sentirme más lleno de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario