jueves, 31 de agosto de 2017

Una vela

A veces es necesario encender una vela y remontarse al pasado. Observar como el mundo se ilumina con esa simple chispa, esa pequeña llama. Como las sombras juegan entre sí, como de repente el mundo parece más cálido. La tecnología se torna obsoleta y la escritura fervientemente viva. Las luces juegan creando formas sobre las hojas y estas reciben ese abrazo cálido del candil. Nuestros cuerpos se encienden mientras los ojos emiten un destello cegador. Con la luz de una simple vela, nos vemos más profundos y se nos ilumina el alma. Se eliminan todas esas sombras que nos atormentan y nos nutrimos de paz. Vemos danzar el fuego ante la brisa y nos quedamos un poco ciegos, pero también, logramos ver con más claridad el mundo. Es mágico como en tan solo un segundo nos aislamos y nos vemos como verdaderamente somos.

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