lunes, 13 de noviembre de 2017

Será

Y será que no soy suficiente. Será que están mejor sin mí. Será que no soy tan importante. Será que no soy tan importante.
Será que con otros se la pasa mejor. Será que no soy interesante. Será que asusto. Será que aterro.

Yo también me aterro de mi misma, me paralizo. Me detengo a ver mi alma rota, que cada vez que vuelve a sanar se rompe otra vez. Me detengo a ver como mis palabras son tapadas por el murmullo, como mi voz se apaga y las palabras se acumulan en mi garganta. 

Será que lo que digo no les importa. Será que lo que digo no es interesante. Será que para ellos mis palabras no valen nada. Será que para ellos YO no valgo nada.

Me paro en un pedazo inestable de tierra, que cada día se parte más, en donde mis pies luchan por mantenerse a flote. Porque ya no queda mucho para el vacío, ya no queda mucho para caer. Pero a nadie le importa que pase, nadie me atajará al ceder.

lunes, 16 de octubre de 2017

Celeste sin fondo


Deténganse a ver el cielo. Miren las nubes. Sus formas irregulares, pero tan perfectas en su composición. Algodones flotantes, de textura tan suave para nuestra imaginación. Cuando se vuelven grises y desatan su tristeza sobre nosotros, lloran azúcar. Pequeñas gotas dulces que riegan el mundo, que infunden vida a los árboles y bañan a los hombres con grandeza.

Somos bendecidos por la inmensidad del cielo. De eso que para nosotros es celeste, pero que en realidad no tiene color. Que cuanto más arriba, se vuelve más negro. Eso que no tiene fin, que no es materia pero se ve. Ese abstracto que es. Eso que vemos todos los días y abraza a los edificios. Eso que al querer tocarlo, se va alejando y nunca puede alcanzarse. Eso que está más allá de nosotros, más allá de nuestras manos, más allá de los árboles que nos rodean, más allá de la Tierra, más allá de la vida. Eso que nos envuelve sin rozarnos. Eso que nos da calor sin abrazarnos. Eso que todos conocemos, pero que nos desconoce.

lunes, 9 de octubre de 2017

Vos y yo

Porque te presto mis ojos para que veas lo que ves. 
Porque te presto mis oídos para que escuches lo que escuchás. 
Porque te presto mis manos para que sientas lo que sentís. 
Porque te presto mi alma para que vivas lo que vivís. 
Porque te presto mi corazón para que lata dentro vos.
Porque vos sos yo. 
Porque yo soy vos.
Porque nosotros no somos dos.
Porque nosotros somos mucho más que vos y yo. 

lunes, 25 de septiembre de 2017

Al borde

Porque siempre estoy ahí, al borde.
Al borde de caer,
al borde de desaparecer,
al borde de tocar fondo.

Porque siempre estás ahí, al borde.
Al borde de flotar,
al borde de perder tus raíces,
al borde de echarte a volar.

Porque siempre estamos ahí, al borde.
Al borde de ser lo que somos,
al borde de doblegar nuestros miedos,
al borde de arriesgarlo todo.

Porque la vida es estar ahí, al borde.
Al borde de la ruina,
al borde la locura,
pero nunca, al borde de la alegría.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Edificios


Marcos de concreto,
grises o de ladrillo,
blancos o amarillos. 


Dinamismo en cuadros,
ventanas con fondo,
arte sin pintor.



Altos y bajos,
anchos o estrechos,
hechos y deshechos.


Colman la ciudad,
inundan la noche,
con sus movimientos insatisfechos.


Son pequeñas ventanitas,
arte móvil y circundante,
que ruega por una vida interesante.


Edificios forman el cuerpo,
ventanas el corazón,
humanos el alma.



domingo, 17 de septiembre de 2017

Un año

Un año. 
365 días. 
525.600 minutos. 
31.536.000 segundos. 
4.745 risas. 
81 momentos de llanto. 
7.300 besos.
6.935 abrazos.
87 películas vistas. 
18 libros leídos.
500 canciones escuchadas.
Un año.

jueves, 14 de septiembre de 2017

A veces

Porque a veces, las sombras no son tan oscuras, 
las luces no son tan claras, 
los negros no son tan profundos, 
los blancos no son tan brillantes. 

Porque a veces la vida no son segundos, 
sino bocanadas de aire. 
Porque a veces el corazón no late, 
sino que corre.

Porque a veces, el alma no siente, 
sino que se rompe. 
Porque a veces, dejamos de ser rocas, 
para convertirnos en hombres.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Bichos bolita

El mundo está lleno de bichos bolita, pero son una clase diferente a la creemos. Estos tienen solo dos patas para caminar y su coraza no se puede ver. Somos nosotros, los humanos. 
Nuestro interior es tan frágil que puede simplemente quebrarse con un roce. Y cuando ese contacto llega, nos cerramos para que el impacto duela menos. Pero no lo hace. Sólo creemos que sí. Una vez que nos sentimos fuera de peligro nos volvemos a abrir y el ciclo se vuelve a repetir. Una y otra vez, hasta que estamos tan rotos que ya no nos importa si duele o no, porque cargamos con tanto dolor en nuestro pequeño corazón que el impacto es una simple punzada. Pero esa punzadita, ese toque casi imperceptible, es el detonante de todo. Ahí llega la lluvia ocular. Es en ese momento justo, en ese punto en el tiempo de nuestras vidas que no podemos parar de llorar. 
Junto con las gotas y el agua infinita llega la incertidumbre. El por qué nos sentimos así, el por qué las lágrimas caen sin motivo o tal vez por uno tan insignificante. Pero debemos aprender que la nube no llueve a la primera carga de agua, sino cuando ya está tan pesada que no puede soportarlo más. Nosotros somos iguales. La cristalización de nuestros ojos llega cuando se cansaron de ver tanta tristeza, y el corazón de sentir tanto dolor.

jueves, 31 de agosto de 2017

Una vela

A veces es necesario encender una vela y remontarse al pasado. Observar como el mundo se ilumina con esa simple chispa, esa pequeña llama. Como las sombras juegan entre sí, como de repente el mundo parece más cálido. La tecnología se torna obsoleta y la escritura fervientemente viva. Las luces juegan creando formas sobre las hojas y estas reciben ese abrazo cálido del candil. Nuestros cuerpos se encienden mientras los ojos emiten un destello cegador. Con la luz de una simple vela, nos vemos más profundos y se nos ilumina el alma. Se eliminan todas esas sombras que nos atormentan y nos nutrimos de paz. Vemos danzar el fuego ante la brisa y nos quedamos un poco ciegos, pero también, logramos ver con más claridad el mundo. Es mágico como en tan solo un segundo nos aislamos y nos vemos como verdaderamente somos.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Frágiles

"No somos irrompibles", como hace un tiempo atrás escribió Elsa Bornemann. Podemos fracturarnos tanto en alma como en cuerpo. Una simple caída basta para robarnos un par de gotas de sangre y dejar una cicatriz destinada al olvido. Con solo golpear el suelo con fuerza podemos quebrarnos, partirnos. Un par de huesos pueden romperse, y eso tal vez, solo tal vez, nos genere un recuerdo menos pasajero. 
Pero físicamente somos más fuertes que espiritualmente. Desde el momento que nuestro alma entra en contacto con la sociedad, se rompe. Vivimos con un alma rota, llevamos un espíritu quebrado en el pecho y nos creemos pasionales. Y lo somos. Pero a nuestra propia manera.
Esa materia incorpórea que llevamos dentro es como un espejo: refleja lo que se le coloque en frente. Pero si el espejo está roto, el reflejo también lo está, y eso frente al vidrio de plata deja de ser lo que es. Todo el tiempo confundimos nuestra pasión con cosas quebradas. Porque nosotros somos seres rotos.
Somos frágiles porque el paso del tiempo no nos cura, solo nos quiebra más. Cada destello de dolor deja una marca en nuestro pequeño espejito, que alguna vez, soñó con reflejar una bella y esplendorosa luz. Al final de nuestros días lo único que logramos ver son figuras confusas, porque nuestro espejo está tan roto, que ya nada puede verse con claridad.

jueves, 27 de julio de 2017

Invierno

El aire gélido acaricia mi cara y se cuela por las rendijas del tejido de mi bufanda. Pero a pesar del entumecimiento de mis extremidades, me siento más en casa que nunca. Me encuentro abrazada por el invierno, por aquellos árboles desnudos que han demostrado el amor que sienten por sus hojas dejándolas volar. Estos pasan los días más fríos y las noches más crudas rogando por un poco de calor. 
Lo que más se ve en invierno, son ojos. Los cuerpos andan cubiertos casi en su totalidad, pero los ojos siempre están allí atentos y despiertos. Hay de todos los colores y formas. Algunos arrastran el cansancio de una mala noche de sueño o de un largo día de trabajo; otros, brillan con una chispa de fuego que llena de calor el alma y el cuerpo. Otros muestran deseo, el deseo de llegar a casa y sentarse con un café y una manta a leer un buen libro o simplemente observar por la ventana la ciudad. Esta se viste de invierno, combina sus colores con los del cielo, y le da protagonismo a los brillantes paraguas en los días de lluvia. 
El invierno apaga los colores del ambiente, pero reaviva los del alma para hacerlos brillar. De todas las estaciones, es dueña del fenómeno más paradójico: cuanto más se cubre el cuerpo, aun más se desnuda el alma. 

miércoles, 17 de mayo de 2017

Recuerdos

Los recuerdos mantienen vivas a las personas. Tienen una magia especial que los rodea y envuelve, que los llena y desborda de emociones. Son momentos, personas, cosas, hasta incluso, abstracciones que no somos capaces de describir. Son composiciones de múltiples elementos con una característica en común: son puramente humanos. Llegan a ser tan reales como lo vivido, pero eternos en contraposición a lo efímero de la vida. Nos invaden la mente, colman el corazón, e infunden vida al alma. Llenan la existencia de los vivos: les recuerdan quienes son y quienes fueron, y a veces, le dan indicios de quienes serán. Pero también, dan vida a los muertos. Los mantienen vivos en aquellos que aún respiran, infunden un soplo de fuego abrasador que hace arder el corazón hasta convertirse en cenizas. Los recuerdos son abstracciones que nos componen, que nos hacen. Nos llenan la cabeza de palabras e imágenes, los ojos de lágrimas, el corazón de sentimientos, y la vida de colores. 

jueves, 11 de mayo de 2017

Pequeños placeres

Mirar por la ventana un remolino de hojas amarillas caer,
en la mano un buen café,
en los oídos el compás de tu canción favorita,
y en el alma, una paz desbordante.

miércoles, 10 de mayo de 2017

El tiempo también es prisionero

El tiempo vive enjaulado. Está preso en calendarios, en meses, días, horas y segundos. Pero a pesar de ser una cápsula, envuelve a toda la sociedad. Es una abstracción, claramente imposible de ver, más que en las agujas de un simple reloj. 
Esta idealización nos determina la vida: un padre tiempo invisible nos impone límites. Entonces pienso en aquellas personas que sostienen que "hay que ver para creer", y entiendo, que son completamente inconsistentes, vagas, injustificadas. Porque qué clase de humano no es capaz, de creer en el tiempo.

domingo, 7 de mayo de 2017

Cuando el cielo tiembla

De vez en cuando, el cielo tiembla, hace ruido y nos despierta de golpe. Nos despierta del trance en el que vivimos, de esas vidas apresuradas, corridas constantes, de ese reloj que jamás se detiene. 
El cielo se queja, se queja de como desperdiciamos nuestras vidas preocupándonos por cosas efímeras. Y una vez que capta nuestra atención, se pone a llorar.
Llora por como desperdiciamos el tiempo, como lo dejamos correr sin ningún arrepentimiento, haciendo filas para todo, siempre esperando a que llegue algo mejor. Mientras, la vida pasa sin detenerse, los segundos se convierten en minutos, los minutos en horas, las horas en días, y los días en años. 
La vida se nos escapa, pasa desapercibida frente a nuestros ojos. Entonces, el cielo agoniza, libera su enojo sobre nosotros. Nos empapa con sus lágrimas, que se quiebran y rompen, frías, en nuestros cuerpos. Y tal vez ese impacto, ese contraste de temperaturas, algún día, nos haga entender como la vida se pasa y el tiempo no espera. 

lunes, 3 de abril de 2017

Paz.

Me siento liviana. Escucho el sonido de mi respiración mientras el resto se encuentra aislado. Cierro mis ojos mientras baja el ritmo de mis pulsaciones. Enciendo mis emociones. Me dejo llevar.

Muevo mis dedos y siento el movimiento del agua. La pequeña ola formada se mueve hacia mi rostro y lo moja un poco más. Mi cabello se mueve con fluidez y serenidad.

Me encierro en mi mundo, me concentro en mi respiración. No soy capaz de escuchar nada más. Muevo mis piernas y creo un par de olas en las que revolotea mi cabello.

Respiro profundo y exhalo el aire. Nunca había sentido tanta paz. Floto, me deslizo por la superficie acuosa con tanta liviandad como una pluma. 

Lentamente abro los ojos y el sol me encandila. Levanto mi cabeza paulatinamente y siento como las gotas caen por mi rostro una a una. Comienzo a escuchar los sonidos del mundo y mi cabello se torna pesado. Mis pies se apoyan contra el suelo, ya no sienten el cosquilleo del agua. Mi torso es abrazado por el frío aire del exterior. Siento como mi cabello gotea por mi espalda. Me muevo hacia la salida con pesadez, me es difícil mover mis piernas en el agua.

Me detengo un segundo, y pienso en una analogía: nuestro mundo es como caminar en el agua. Las piernas se mueven con pesadez, nos abraza un aire frío y tenemos presiones en nuestra cabeza que nos llevan hacia atrás. Por otra parte, los sueños son como flotar: el precioso silencio se absorbe por cada poro de la piel, el cabello revolotea junto con las ideas, las piernas sienten el cosquilleo del agua, nuestra respiración se encuentra calma y serena. ¡Ay! qué lindo sería solo poder flotar más tiempo.