martes, 29 de noviembre de 2016

Personas.

Hay personas que simplemente aparentan ser. Otras que de verdad son. Aquellas que aparentan, que muestran una carcaza distinta a su interior son extrañas. Usualmente son letalmente dañinas. Cuando su cobertura se resquebraja, un líquido negro brota de sus entrañas: maldad pura. 
Hay personas que son malas por naturaleza, que no conocen la luz que ilumina a muchas otras. Intentan manchar la bondad, ensuciarla, taparlas con una capa oscura. 
Esas personas son tóxicas, pero también son débiles: intentan mantener su interior oculto, pero llega un momento que la luz de las buenas personas los encandila tanto, que ese líquido oscuro y turbio no puede hacer más que salir de sus entrañas para intentar protegerse.

lunes, 31 de octubre de 2016

Astillas.

Tres adentro. Dos afuera. Una en mi mano. Transparentes como mi alma inexistente. Teñidas de rojo como el resto de mi cuerpo. Tres adentro. Dos afuera. Ahora, cuatro adentro, una afuera. 
Torcí el pedazo de vidrio astillado en mis entrañas. Lo giré hasta que la sangre mostrara un rastro en el piso. Pisé el líquido escarlata con mis pies descalzos. Era caliente, pero las baldosas estaban frías. Contrastaba con el suelo duro, áspero. Ahora mis dedos se encuentran bañados por un tono carmín.
Cinco adentro. Cero afuera. Me vi al espejo. Una estrella de astillas se formaba en mi abdomen. Me costaba respirar por el dolor. Seguí observándome. Pasé la punta de mis dedos por los vidrios ensangrentados. Eran puntiagudos y me generaron algunos cortes. Mi cuerpo ya no sabía por donde más sangrar.
Abrí mis ojos. Tomé una gran bocanada de aire. Sentí el sudor en mi frente. Toqué mi abdomen con desesperación. Inmaculado. Acaricié mis sábanas. Disfruté su suave textura al tacto. Miré a un costado. Mi corazón se agitó. Un par de ojos muertos me observaban con determinación. Bajé mi mirada hacia el abdomen del cuerpo. La estrella de astillas se encontraba perfectamente marcada y decorada por líquido escarlata. Mis sábanas blancas, ahora eran rojas.
Me levanté de un salto al darme cuenta de la situación. Su rostro era igual al mío. El rostro del cuerpo inerte, era el mío. Su mirada estaba perdida en el aire, muerta. Dirigí mi vista hacia abajo para verme, pero no me vi. No había nada. Entonces, si mi cuerpo sin vida reposaba en mi cama, ¿qué era yo?

martes, 25 de octubre de 2016

Disparos.

La bala atravesó el aire fugazmente hasta llegar a mi pecho. Primero, la punta metálica se enterró en mi carne. Con el impacto de mis entrañas, la velocidad comenzó a disminuir hasta parar. Quedó sepultada en mi interior, rozando mi corazón.
Aún la siento al aspirar una gran bocanada de aire. Aún la siento cuando mi corazón bombea sangre. La siento por simplemente vivir. El dolor es insoportable. Intento seguir, y por ello, se adentra en mi órgano vital. Siento como rasga la fina piel exterior de a poco, como a su paso mis venas explotan.
Vuelvo a respirar con dificultad. Siento un frío aire que entra por mi carne, por el orificio de la bala. Mi cuerpo cae al suelo, pero no lo noto. El dolor en mi pecho es aún más fuerte. Recuerdo cuando lloraba porque alguien me había roto el corazón. Pero ahora, que mi corazón en verdad está quebrado, no derramo ni una sola lágrima. 
Gente se arremolina a mi alrededor. Escucho sus pasos a lo lejos, también sus voces. Mis ojos están cerrados, pero puedo sentir el sol sobre mi cara. Me genera molestia. Intento mover mi mano para taparlo, pero no puedo. Solo consigo que mis dedos se despeguen un poco del suelo. Es áspero y se encuentra caliente. 
De a poco, el dolor se hace más tenue, la luz del sol se apaga, la sangre no llega a mis dedos, el aire no alcanza mis pulmones, las palabras no arriban a mis labios. De a poco, la vida se me escapa. De a poco, mi corazón deja de latir. De a poco, mi alma abandona mi cuerpo. De a poco, me doy cuenta que dejé de existir.

lunes, 24 de octubre de 2016

Insuficiente.

El dolor se acumula en mi pecho. Mis ojos comienzan a arder, pero trago mis lágrimas. No quiero sentirme menos, pero lo hago. No quiero sentirme tonta, pero lo hago. No quiero sentirme insuficiente, pero lo hago. Lo hago por los otros. Lo hago por la presión que la sociedad ejerce sobre mí. Presiones que me tironean para lados distintos, que me llevan, me traen, me revuelven. Me tiran en tantas direcciones que mi cuerpo deja se ser cuerpo y mi alma deja de ser espíritu. Me convierto en un envase, quebrado, resquebrajado, al que se le ha vaciado de contenido. Mis sentimientos, emociones, ideas, vuelan en el aire y se arremolinan hacia arriba. Lo único que queda de mí, son un par de lágrimas que acompañan mi carcasa vacía. Si es que puedo decir, que eso, alguna vez fue mío.

martes, 18 de octubre de 2016

Abismos.

Mis ojos se cierran, una nueva lágrima cae. Miro hacia adentro. No puedo ver más que un alma destrozada. Pedazos caídos. Algunos se clavan en mis huesos hasta romperlos. Otros se incrustan en mis órganos hasta hacerlos sangrar. Tan abstracta, pero causante de semejante catástrofe. 
Pequeños espacios oscuros se esparcen por la totalidad de mi cuerpo. Algunos más grandes, otros más negros, pero todos tan profundos que impiden ver su fondo. Son como torbellinos que arrastran todo a su paso. Tinieblas. Abismos. Mi alma se compone de miles de ellos, lugares recónditos en donde oculto sentimientos. Son como llagas: tocarlos hace que hasta grite del dolor. Son una carga pesada, casi insoportable. 
Abro mis ojos, ya no soy capaz de ver mi alma rota. Todo se oculta en las tinieblas. Grandes agujeros negros se presentan ante mí. Abismos. Emano terror por cada uno de mis poros. No lo soporto más. El dolor me consume. Resisto, me aferro a esa pequeña llama de luz que aún brilla, aquella que puede salvarme. El dolor se torna insoportable. Soplo ese fuego que pretendía ser mi salvación. Me entrego al dolor. Me entrego a esos abismos que viven dentro de mí y ahora se presentan ante mí. Me entrego a mi alma quebrada, me reparto en todos sus pedazos. Ahora no hago más que verme a mí misma, un cuerpo tan roto y cubierto de oscuridad, que el cielo no puede hacer otra cosa que llorar en soledad.

sábado, 8 de octubre de 2016

Llanto.

Mis ojos se nublaron. No podía ver más que una mancha. La realidad se tornó borrosa ante mí. No sabía que sentir. Por más que pestañeara no podía ver con claridad. Un torrente de emociones recorría mi cuerpo. Estaba tan confundida. Ya no sabía quien era. El correr frío de una lágrima por mi mejilla me desestabilizó. Palpé la estela que había dejado con mis dedos. Los observé como pude. Sabía que estaban mojados y con algo de pintura negra. No necesitaba una vista clara para saber lo que había depositado allí. La gravedad hacía que las infinitas gotas que brotaban de mis ojos cayeran fugazmente. No importaba cuanto intentara, sólo nacían nuevas huellas de dolor en mis mejillas. Me rendí. Me dejé caer. Sentí el impacto de mis piernas contra el piso, pero no me importó. Mi corazón latía fuerte, pero sonaba quebrado. No podía respirar. No podía ver. No podía sentir. Pero seguía estando viva ¿Por qué? Cerré mis ojos. Mis pestañas mojadas se pegaron a mis mejillas aún más húmedas. Permanecí inmóvil con mis brazos a los costados y mis piernas sobre el suelo. Hasta que decidí dejar de respirar. Mi cuerpo inerte se desplomó en la tierra. Los árboles ocultaron mi alma rota. Mi cuerpo se desvaneció en la oscuridad de la greda. Lo último que sintieron mis manos fue la granulosa y húmeda textura de la tierra. Intenté abrir mis ojos por última vez, pero lo único que logré ver, fue una gran mancha gris. El cielo lloró por mí y sobre mí. Yo lloré por mí y dentro de mí.

jueves, 16 de junio de 2016

Puertas.

Siempre están tiesas, tensionadas, pero atentas a quien viene. Dejan pasar a aquellos que las tocan sutilmente, y también a los que las golpean con violencia. Son duras y se muestran como inquebrantables, sin embargo, pueden ser forzadas y violadas. Ante un tacto agresivo pueden resquebrajarse por su fragilidad interna, y dejar entrar a aquel que las lastimó. Parecen fuertes, pero son débiles. Pueden ser manipuladas con herramientas simples, aunque su mecanismo sea complejo. Tienen ojos pequeños que nos observan al pasar, nos analizan, nos estudian. Son hendiduras en su dura y lisa base, túneles que no guían más que a la oscuridad, aunque a veces, son capaces de reflejar cierta luz en el final. ¿Parece esperanzador no? Son aquellas que se abren y te dejan pasar, son las que muestran una luz en el final aunque haya oscuridad, y al mismo tiempo, las que te protegen del exterior. Sin embargo, nunca nos olvidemos que estas también, pueden cerrarse.

domingo, 12 de junio de 2016

¿Amor o locura? Sinónimos con diferentes significados.

Creí que en verdad me amaba, pero si lo hubiera hecho, todo esto no habría pasado. Tuve la ilusión de que todos aquellos días en los que la seguía por sospecha, en verdad ella sólo visitaba a su amigo. "Amigo". Me engañó todo este tiempo, y yo era consciente de ello. Siempre lo supe, pero en verdad no quise admitirlo. La vigilé día y noche para asegurarme que la corazonada que astillaba mi alma como una silla de púas no era real. Que todo era una quimérica situación, y que su amor no podía ser más puro y real. Pero no lo era. Al fin y al cabo, la verdad se hizo evidente, y su engaño aún más transparente. Enloquecí, pero ella no entendió por qué. Tomé distancia, me alejé de su alrededor, llevándome cada uno de los pedazos de mi cuerpo. Porque ella era mi mundo, y había logrado destruirme por completo. 

Finalmente entendí. Ella nunca fue mía, y yo tampoco fui de ella. Porque nunca fuimos nada. Porque mis reclamos fueron en vano. Porque todo había sido una gran mentira. Toda la situación no había sido más que un reflejo en el espejo de mi imaginación. Me maquiné día tras día creyendo en nuestro amor. Amor inexistente, irreal. Finalmente lo entendí. La deseaba tanto, que literalmente enloquecí por su amor. Ella no fue más que una ilusión, y yo, el reflejo de esa bella creación. Era la sombra de la inexistencia. Entonces, si ella no existía, ¿quién era yo?

viernes, 10 de junio de 2016

Charla de café.

-Puedo definir a las personas por la clase de café que toman.-dijo con determinación, él, la miró sorprendido-A mi me gusta el vainilla latte, eso significa que me agrada que el café en sí no tenga sabor a café, sino que sea dulce, que me remita otro gusto. Implica que no me gusta que las cosas parezcan lo que son, sino que se compliquen, que las ideas giren en sí mismas, se retuerzan, se acomplejen. Me gusta decorar las cosas, siempre agregarles algo más, no me gusta lo simple. "Menos es más" pero la verdad es que yo no lo aplico, y tampoco me interesa aplicarlo. Aún así, no considero que "más es más", eso sería llevar todo a extremos completamente opuestos, simplemente no creo que debamos reducir las cosas a fórmulas simples de decodificar. La idea de ser la única especie dueña de un cerebro capaz de razonar es usarlo, entrenarlo, exprimir su capacidad. Hacerlo pensar, girar sobre lo mismo, enfocar la idea desde diferentes puntos de vista, aprender a mirar con otros ojos. -la miró perplejo, mostrando confusión en sus profundos ojos azules mientras daba un sorbo a su café con leche, y calentaba su cuerpo con el ardiente líquido- No sé si se entiende mi punto, pero recuerda que dije todo esto, a partir de un vaso de café.-se levantó bruscamente y desapareció del local sin siquiera cruzar la puerta. Era tan transparente, que ni el aire era capaz de sentirla.Él por su parte, simplemente abrió sus ojos luego de un segundo, y dio un largo trago a su caliente café.-


martes, 31 de mayo de 2016

Visiones.

"La gente puede no sólo perder la verdadera comprensión de la realidad, sino que puede llegar a tener fundamentalmente debilitada la capacidad de entender la experiencia de la vida por el uso constante de lentes ahumados."-Adorno
¿Cuántas veces hemos deseado estar donde no estamos?¿Cuántas veces hemos querido ser alguien que no éramos?¿Cuántas veces hemos pensado en el "que hubiera pasado si..."?

Solemos distorsionar nuestra realidad con diversos pensamientos que invaden nuestra mente. Reemplazamos aquello que nos rodea, por lo que nos gustaría que en verdad fuera. Nos cuesta aceptar lo que nos disgusta, amarga y angustia. Permanentemente vivimos en una realidad paralela. Envueltos en recuerdos que endulzamos sin saber, somos felices por una invención. 

Todo aquello que se encuentra a nuestro alrededor es una mínima parte del universo. Un mundo magnificente que esplende luz por donde se mire. Sin embargo, preferimos encerrarnos en nuestro interior y envolvernos en imaginaciones.

Los seres humanos somos complicados. No sabemos nunca para dónde ir aunque creamos que sí. No apreciamos aquello que nos rodea y nos infunde vida. Nos centramos en lo que ya pasó, o en lo que queríamos que pasara. El pasado está siempre en nuestro presente, y el futuro, queramos o no, igual. Entonces, ¿dónde está el presente si no se encuentra en nuestras vidas? ¿dónde está aquella realidad que nos nutre e infunde vida? ¿dónde están los humanos que viven (y conviven) en sociedad? ¿dónde quedaron aquellos hombres altruistas que siempre miran al otro? ¿dónde están los verdaderos humanos?  

miércoles, 18 de mayo de 2016

Tenedores.

Largos dedos cargados de finura. Brillo y plata, cubiertos de ornamentos. Bailan y danzan bajo las luces del oscurecido cielo. Se entrecruzan y tropiezan. Ruidos suaves. Se genera una sinfonía desacompasada cuando chocan contra los platos. Estrepitosos, caen en el piso y se roban todas las miradas.

viernes, 29 de abril de 2016

La ciudad de la furia*

En la ciudad de la furia todos somos fugaces, audaces, tenaces. Frenesí. Efervescencia. Fogosidad. Impulsos. Pasión. La ciudad de la furia va más allá. Nos llena, renueva, incita. Nos revitaliza. Estallidos de colores nos arrastran hacia el centro. Nos condenan, nos esclavizan. 

La ciudad de la furia es un torbellino. Nos cautiva y atrae hasta su médula. Nos transforma. Nos incendia con luces caleidoscópicas. Nos enciende. La ciudad de la furia entiende nuestro espíritu. Le da de comer a nuestras energías ocultas hasta lograr la saciedad. Pero estas no se llenan nunca, siempre necesitan más.

La ciudad de la furia es adictiva. Tan adictiva que nos consume. Nos consume sin darnos cuenta. Nos carcome la vida. La quita de nuestros cuerpos. En verdad, nosotros nos entregamos a ella. Las sensaciones en la ciudad de la furia son incomparables y escandalosas. Son mortales. Damos nuestra vida con gusto. Morimos con una sonrisa en la cara. Porque en la ciudad de la furia, sólo existe el placer.


*Inspiración:"En la ciudad de la furia" de Soda Stereo

viernes, 22 de abril de 2016

Muerte espiritual

Bajé a la cocina y observé mi vaso medio vacío. Desde mi punto de vista, las cosas siempre estaban siempre medio vacías, como mi alma. Me acerqué a la puerta y salí. Revisé mi bolsillo izquierdo y sentí la navaja que cargaba conmigo. Caminé sin rumbo y me perdí en aquella ciudad gris, nubosa, llena de seres monocromáticos. Sin embargo, a pesar de esta distinción yo era exactamente igual a ellos. Vacío y sin color.


Me detuve frente a una casa. Irradiaba cierta luz esplendorosa, sobresaliente de aquel mundo de cemento. Toqué a la puerta y esta se abrió levemente. Entré. Un cuerpo sin cara se alzaba frente a mis ojos. Tomé mi navaja y la clavé en el medio de su torso. Líquido escarlata brotó de sus entrañas. Una puñalada más. Y otra. Y otra. Elevé mi mirada y observé un par de ojos vacíos. Recorrí su rostro y me vi. El cuerpo se resquebrajó, cayendo estrepitosamente contra el piso. Se desvaneció. Parado en la escena del crimen, rodeado de muerte, nunca pude sentirme más lleno de vida.

domingo, 10 de abril de 2016

Miles de olas mueren en el mar. Miles de personas mueren en el mundo. Miles de pensamientos mueren en nuestras cabezas. Miles de sentimientos mueren en nuestras almas. Miles de palabras mueren en nuestras bocas. Rodeados de muerte, seguimos creyendo que estamos rodeados de vida. 

miércoles, 6 de abril de 2016

Memoria selectiva

Los seres humanos tendemos a discriminar miles de recuerdos que nos traen malas sensaciones. También se nos es transmitida un restringida parte de los recuerdos de otras personas. Y, como por si fuera poco, además de estar privados de grandes partes de la historia, aquellas que nos son transmitidas se encuentran sujetas a la subjetividad de aquel que las cuenta. ¿Entonces cómo es posible entender lo que realmente sucedió, si no podemos ver la película completa?

La memoria selectiva es algo inherente a los seres humanos. Recordamos las partes que más apreciamos, y las endulzamos aún más. Nos gusta la exageración y el espectáculo. Nos gusta ser admirados y observados por otros. Nos gusta ser el centro de atención aunque no lo admitamos. Hasta la persona más tímida e introvertida, aquella que dice querer pasar inadvertida, en verdad muere por un poco de atención. Muere porque un par de ojos se posen en ella y la observen con detenimiento, como ella mira a los demás. Complicado, ¿verdad?

Somos seres complejos, y nuestra complejidad llega a tal punto que ni nosotros mismos nos entendemos. No somos capaces de entendernos a nosotros mismos porque nuestra memoria selectiva quita parte de nuestros recuerdos. Nos priva de aquella película emotiva, que nos saca lágrimas y sonrisas y que se mira en retrospectiva. Nosotros mismos nos vamos borrando, eliminamos nuestra esencia de manera inconsciente, hasta el punto de perdernos en la gran magnitud de elementos despintados. Hasta perdernos en la infinitud de un pasado, sepultado y olvidado.

martes, 5 de abril de 2016

Diferencias determinantes


Normalmente tendemos a decir la palabra "quiero" millones de veces de manera inconsciente. Los seres humanos no sabemos lo que decimos. No tenemos control sobre el uso de nuestro propio lenguaje, aunque creemos que sí. Así como tampoco tenemos el control de nuestras vidas o acciones. 

Nos encontramos condicionados por los deseos reprimidos, los sueños frustrados y las exigencias de la sociedad. También somos víctimas de miedos generados por nosotros mismos. Obedecemos constantemente a estos "monstruos", sin siquiera dar cuenta de ello. Perdidos en nuestro propio ser encontramos voces que nos guían a salir, muchas veces por los caminos incorrectos. Aquí es donde las malas decisiones llegan, cuando se cambia lo eterno por lo pasajero. Donde se cambia el querer por el deseo. 

Dos factores determinantes de nuestra vida. Ninguno es la luz o la oscuridad, aunque en verdad, ¿quién es capaz de definir lo que es correcto o incorrecto? Es imposible crear un concepto objetivo de estos términos. Todo se empapa de subjetividad, de nosotros, pero si nosotros no sabemos quienes somos ¿cómo lo saben las palabras que utilizamos?

Es sabido que hay cosas que no deben confundirse jamás, existen reglas de oro en la vida que nos rigen. Una de esas cosas es el deseo y el querer. Desear es algo constante que a veces se reprime, otras no. Es aquello que surge de manera espontánea en la ignorancia de nuestro saber. Es ese "algo" que nos moviliza sin entender, que nos lleva ciegos, normalmente a un callejón sin salida. Sin embargo, querer es algo más profundo. Ay, querer. Se desarrolla con el tiempo y a paso lento. Muy pocos lo generan, muy pocos lo perciben. Querer en este mundo es difícil. Querer se encuentra en la recta final del amar, es el "casi". Una de las últimas paradas antes de destino. El querer nos llena, inunda de sensaciones. También nos lleva ciegos, pero a un destino particular y desconocido. El problema con el querer, es que muchos se bajan antes de la última parada y se pierden el destino final. Otros siguen y no bajan del tren en su última estación. Se quedan en el vagón, miedosos, conformándose con el querer, sin saber apreciar que el querer también es algo pasajero que conduce a lo eterno. 

El problema con el tren del querer, con esa línea recta, ese recorrido largo y pasivo, es que no espera para siempre. Sus puertas se cierran en determinado momento. Muchos quedan atrapados dentro del tren, atascados sin avanzar. Otros, no logran subir, atascados en el deseo de encontrarse en marcha. ¿Y qué pasa con aquellos que no bajan en la última estación? Allí las puertas también se cierran, pero la diferencia con los del inicio del recorrido, es que allí se pierde todo. Saltar del tren, salir de esa seguridad que brinda el querer es fundamental para seguir avanzando libres. El querer nos retiene en una línea, el amar, nos deja recorrer todo el campo.

Muchos de nosotros estamos atascados en el querer, por eso, nunca nos olvidemos de saltar del tren.